Ya hicimos una entrada en agosto que hablaba de todos aquellos planes que surgían a menudo en la comunidad y a los que, siempre que podíamos, nos uníamos. A día de hoy -17 enero- aún nos acordamos de esos vaciles que compartíamos con estos floreños y que jamás olvidaremos, pues al final es la gente la que siempre estará ahí, en nuestra memoria, recordándonos lo que por un periodo de nuestras vidas, fueron e invariablemente serán para nosotros...
Por y para ustedes, ahí van los vaciles que hicimos durante los 3 últimos meses de nuestra estancia en San José las Flores:
Unas horas en este parque de atracciones acuático que pudimos compartir con muchos amigos y amigas del pueblo. Además, para esas fechas aún estaban Maite y Goi -cooperantes vascas- allí, y Natalia -cooperante de SOLMAN- también, por lo que nos juntamos 5 españoles con un buen montón de floreños para disfrutar de un gran día de "relaxing cup of café con leche" in Termos del Río.
Al fin, después de meses programándolo, llegó el día de subir al cerro del que tanto habíamos oído hablar. Dicho cerro fue un punto estratégico durante la guerra y han sido decenas de historias las que hemos escuchado de boca de la gente del pueblo. Se llama así porque la cima parecía una bola pelada, ya que cualquier forma de vida quedaba hecha cenizas a consecuencia del fuego (balas, misiles, bombas, granadas...)
Fueron un par de horas de subida y una vez arriba divisábamos las Flores con nitidez. Esto quiere decir que, a parte de los muchos enfrentamientos que se dieron entre este y otros cerros, al repoblar las Flores en 1986 (pleno periodo de guerra), había francotiradores del ejército en lo alto del cerro que apuntaban directamente a la población civil que por aquel entonces buscaba la paz después de 6 años de huida entre montañas...
Juancho -ex militar- y Lencho -ex guerrillero- fueron nuestros guías durante la ruta. Ascendíamos la loma de la montaña mientras nos contaban historias de guerra y nos enseñaban restos de artillería que encontrábamos tirada por el suelo.
Comimos guayabas durante todo el recorrido y terminamos tomando una buena sopa de pollo con verduras perdidos en mitad del bosque, estableciendo campamento cerca de una pequeña quebrada.
- Turicentro "Manantiales de la Montaña"
Esta excursión duró un par de días y fue, por desgracia, la salida final para rendir tributo a Maite y Goi por los servicios prestados a la comunidad. Después de que se fuesen no sabíamos que podría ser de nosotros... Aún así, no he podido evitar reírme al acordarme del primer día.
Todo empezó de compras en el súper. Nos juntamos allí Manuel, Pico, Doris, Chata, Maite, Sergio, Cindy, Goi, Natalia y yo. Al salir tuvimos la suerte de encontrarnos con "Félix el español", un tipo que, como he dicho, es español y vive cerca de las Flores. Bueno, pues se ofreció a llevarnos hasta el turicentro con su furgonetilla de hace siglos y ya cuando estábamos a punto de llegar... pinchamos. Así que, en mitad de un camino en cuesta nos tocó bajar y hacer de mecánicos. Os podéis imaginar.
Al final conseguimos llegar hasta arriba y relajarnos con un par de cervezas en mano, riéndonos aún por lo sucedido en el trayecto.
Después de que Félix y su mujer se fueran decidimos darnos un baño en las piscinas y dar un paseillo por la zona -deleitándonos con unas vistas es-pec-ta-cu-la-res- mientras esperábamos la cena. Después de cenar estuvimos de debates, más cerves, juegos... y a dormir.
Al día siguiente más piscina, más paseos, más paisajes, y después de comer vuelta a las Flores.
Cada vez que llegaba gente extranjera al pueblo los subía al Cerro de la Cruz, una pequeña montaña que tiene una cruz en lo alto y que se ve desde la cancha del pueblo. Nunca sabía exactamente como llegar arriba, pero que llegábamos, llegábamos. Ruta sencilla, empinada, con calor, humedad, bichos y pinchos. Vamos, el pan nuestro de cada día.
Una vez arriba se podía ver el pueblo entero. ¡Cachimbón!
Por fin llegó la hora de compartir ruta con Mercedes -cooperante de SOLMAN muy querida en el pueblo-.
Esta vez nos acompañaban Juancho -el del Cerro de la Bola- y Paco -ex guerrillero-. Para encontrarnos con ellos nos llevaron en carro hasta un cantón cercano a las Flores y después nos tocó andar solos durante más o menos 30 minutos entre caminillos estrechos y campo hasta divisarlos en sus respectivos frijolares (tierras en las que cultivan frijoles). Nada más llegar tropezamos con lo que parecían restos de una especie de misil. De nuevo anécdotas de guerra.
Creo que nunca nos olvidaremos de esta ruta, pues nos equivocamos de camino y tuvimos que atravesar grandes laderas llenas de escombros con pinchos. Acabamos cruzando milpas (cultivos de maíz), vimos algunos tatús (cuevas de las que hablamos en la
entrada de La Montañona) y terminamos la caminata en casa de Salvador, un viejito que vivía solo y que nos recibió con una sencillez y amabilidad que nos hizo sentir como en casa desde que plantamos un pie en su humilde hogar.
- Quebrada hasta San Isidro Labrador
Un día, hablando con Pico, decidimos que teníamos que andar por una quebrada cercana. Al día siguiente nos pusimos a ello. Quedamos por la mañana y antes de nada compramos frutos secos, agua y guineos (plátanos).
Agarramos un camino y aprovechamos para pasar por casa de un amigo para que nos diese cocos y papayas, muy ricas por cierto. Una vez en su casa, que estaba ubicada entre vegetación infinita, descendimos una enorme escalera para llegar hasta el riachuelo y empezamos a andar sin rumbo fijo. Cada vez que veíamos una buena poza, parábamos y nos pegábamos un baño. En una de esas piscinas naturales, mientras comíamos, estuvimos hablando de lo que había cambiado todo desde que Pico iba con su familia a pescar y pasar el día cuando él era pequeño. Los peces ya no abundan y la vegetación no es la misma, fruto de la desmesurada actividad del ser humano sobre todo aquello que cree que nunca acabará... Aún así, eran muchos los pequeños paraísos remotos que encontramos durante nuestra caminata.
Cuando llegamos de nuevo a ver la carretera, habían pasado unas 4 o 5 horas. Comimos en San Isidro Labrador y pedimos ray (auto-stop) para llegar de nuevo a casa. Gran día!
Llaman "El Salto" a una poza con cascada que hay cerca de las Limas. Junto a mi hermana fuimos hasta este cantón, que está a 1 Km de las Flores, y allí nos encontramos con Ever, uno de los chavales que está en el taller de Break. Una vez que nos encontramos todos en su casa, agarramos el camino que nos llevó hasta la cascada. Sol, descanso, risas y agua, mucha agua.
Llevábamos tiempo organizando una salida a la cascada que hay en el Turicentro. Aprovechamos que era el cumpleaños de Pucho para organizar el vacil y después de todo conseguimos ponerle fecha.
Pucho se encargó de comprar todo lo necesario para la sopa. Los demás nos encargamos de la bebida y las tortillas. Una vez allí, nos pusimos con el fuego mientras otros cortaban verduras y pelaban el pollo.
Entretanto, cogíamos fuerzas nadando e investigando la cascada, escalando por las paredes de la poza para buscar algo de altura desde donde poder saltar. ¡Felicidades Pucho!