San José Las Flores, El Salvador.

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lunes, 18 de mayo de 2015

Masacre de Las Aradas: 35 Aniversario

"Hay crímenes que por su magnitud y crueldad sin límites son difíciles de entender. Hasta el grado que tememos no ser creídos al relatarlos. Es la sensación que tuve, cuando a algunos amigos les hablé de la Masacre del Sumpul.

Este año, de nuevo, los sobrevivientes recordarán el hecho, con un sacrificio enorme. El lugar de la masacre a las orillas del Sumpul sigue siendo de difícil acceso. Es una caminata que agota la fuerzas. La hice, hace 30 años, pocos días después de la masacre. Fui guiado por un niño de doce o trece años, gran parte de noche, dando sinuosos rodeos para evitar a los militares, que impidiendo el acceso a la zona querían ocultar el horrendo crimen.

Cada año, mientras caminan, los sobrevivientes cuentan lo que vivieron. Miran las quebradas, donde ese 14 de mayo se escondieron. Los lugares por donde corrían mientras los soldados les pisaban los talones. Los recuerdos de ese horror siguen presentes en sus cabezas y en sus corazones.

Muchas noches, por muchos años, desperté sobresaltado recordando a los muertos del Sumpul. Estas líneas son un homenaje a ellos, a muertos y sobrevivientes. Un homenaje a quienes hoy caminan por esos parajes de muerte. Sin querer olvidar y esperando siempre que se les haga justicia."

Gabriel Sanhueza, el hombre que fotografió por primera vez la Masacre, en su Blog "Tintapensante".


14 de mayo de 2010




Un 14 de mayo, hace ya 35 años, ocurrió uno de los más trágicos y sanguinarios capítulos de la guerra civil de El Salvador donde perdieron la vida, a orillas del río Sumpul, en Chalatenango (frontera con Honduras), más de 600 civiles inocentes en  manos del ejército salvadoreño.

Esta imagen muestra algunas de las escenas que sucedieron aquél amargo día, las cuales aún hoy podemos escuchar contadas por algunos de los pocos supervivientes de aquella masacre. Dicen que desde aquel día, el río Sumpul cambió su color “a rojo sangre”.

Las historias oficiales de El Salvador y Honduras niegan que esta masacre haya ocurrido, pero los sobrevivientes ahora cuentan la suya: la historia de las víctimas de la masacre del río Sumpul, la primera gran masacre contra civiles cometida por el Estado salvadoreño a inicios de la guerra.

* Documental: Las Aradas: masacre en seis actos




Pues como os decimos, este jueves 14 de mayo ha sido el 35 aniversario y allí hemos estado para hacer memoria histórica y compartir junto con los habitantes del lugar, familiares, amigos y conocidos de personas que perdieron la vida, un encuentro que se hace cada año en el lugar donde sucedió este inhumano acontecimiento: la masacre del Sumpul.

Para llegar al lugar donde tuvo lugar la masacre tuvimos que caminar durante algo más de una hora y media por una ruta que nos guiaba entre frondosas montañas, caminos empedrados, subidas intensas, pequeñas quebradas… una ruta preciosa que nos dio la oportunidad de conocer maravillosos paisajes salvadoreños acompañados de gente local y escuchando historias sobre lo que sucedió, ya que uno de los que iba con nosotros es un superviviente que perdió gran parte de su familia aquel día.

Pues eso, una ruta realmente bonita y entretenida que finalizó en el lugar de la masacre, lugar en el que pasamos la noche, pues nosotros decidimos ir un día antes, una costumbre que aún algunos grupos de personas siguen respetando. 





Al llegar lo primero que hicimos fue buscar leña antes de que cayera el sol y asentar el campamento, que básicamente eran 2 hamacas para dormir y una gran lona impermeable para prevenirnos de la lluvia... que finalmente no llegó. Tras el asentamiento preparamos una suculenta cena en las brasas de la hoguera y nos pegamos un buen festín de carne junto a nuestros amigos salvadoreños, los cuales siguieron relatando historias de aquel inolvidable día. Nos hablaron sobre un pozo que vimos esa misma tarde a pocos metros de donde teníamos el asentamiento, un pozo en el que los soldados tiraron cerca de 200 cuerpos para intentar ocultar lo sucedido en aquel lugar.






Pasamos la noche en nuestras preciadas hamacas y con los primeros rayos de sol nos despertamos para comenzar el día. A escasos metros de nuestro campamento teníamos el ya antes mencionado río Sumpul, así que decidimos bajar a darnos un buen baño mañanero.

Aquella zona delimita la frontera entre El Salvador y Honduras, y teniendo la oportunidad tan cerca de pisar un nuevo país… cruzamos el río.





A modo de anécdota, hubo momentos en los que nos encontramos cada uno en un país distinto:  "Tú en Honduras y yo en El Salvador”.





Además de bañarnos en aquellas aguas que nos daban tanto respeto por lo que allí ocurrió, estuvimos agarrando algunos pececillos con la atarraya que nos sirvieron como desayuno.




Y pasados estos momentos, no tardaron en empezar los actos del día 14, pues el lugar estaba a rebosar de gente. Comenzaron con un simulacro que consistió en que unos cuantos hombres disfrazados de militares iban lanzando petardos mientras avanzaban desde la ladera de la montaña hasta el lugar donde ocurrió el gran exterminio. Después de este teatro empezó una misa conmemorativa donde se recordaron todas aquellas vidas robadas y en la que algunos sobrevivientes de la masacre contaron lo que recuerdan de aquel día.








A pesar de no ser personas de iglesia… hemos de reconocer que aquella misa “poco común" fue de lo más interesante. De hecho, Miguel participó en el momento de las ofrendas portando unas fotos donde aparecían restos humanos (primeras fotos de la masacre tomadas por Gabriel Sanhueza, mencionado más arriba). Como decimos, una misa campesina en la que tanto los Padres como algunos sobrevivientes continuaron relatando los detalles de la matanza.

Fue realmente duro escuchar lo que contaban, pues aquello fue inhumano, y para entender y sentir lo que ellos sufrieron es necesario hacer ejercicio de empatía. Entre lo que recordamos, podemos decir que el ejército salvadoreño bajó por un lado de las montañas, por lo que la gente tuvo que huir hacia el río, que ese mismo día había aumentado enormemente su caudal, para intentar cruzar al país vecino, Honduras. Pero lo que no sabían es que al otro lado se encontraba el ejército hondureño para devolver a su país a los que, de milagro, lograban cruzar a nado el río tan bravo. Contaban que se tenían que quitar a la gente de encima para poder salvar su propia vida. Y en ocasiones esa gente podía ser tu hermano, tu madre, tu hijo...

También nos impactó muchísimo que el ejército agarrase a los más pequeños y los lanzase al aire para ametrallarlos o esperar a que bajasen para ensartarlos con las espadas. Que los militares les rajasen la barriga a las mujeres embarazadas y lanzasen los fetos al río. Que viejos, hombres, mujeres y niños rogasen clemencia porque ellos no habían hecho nada...







Al terminar el acto, recibíamos el agradecimiento de la gente por acompañarles a este tipo de eventos en los que se recuerda continuamente las trágicas anécdotas ocurridas en esta parte del país, las cuales forman parte de su memoria, de su vida y poco a poco también de la nuestra.

En memoria de todos ellos, de los muertos y de los vivos.

*Canción: Romeo Reyes - Sumpul

"Hombres, mujeres y niños suplicaron pero no, nunca fueron oídos"




Salud.

3 comentarios:

  1. Qué duro y al mismo tiempo qué gran ejercicio de empatía y de concoer el Salvador DESDE DENTRO.

    Un abrazo y mucha mucha fuerza para continuar con la gran labor que estáis haciendo y la increíble experiencia que ahora mismo disfrutáis. :)

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    Respuestas
    1. Como bien dices prima... muy difícil. Y cada vez vamos conociendo a más gente que nos cuenta como durante 12 años estuvo huyendo entre los cerros salvadoreños. El ser "humano" y sus irracionales guerras.

      Un fuerte abrazo a toda la familia!

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