15/07/2015
Estábamos en casa esperando que
diesen las 15.00 para ir a la escuela cuando hemos recibido una llamada de los
colegas que trabajan en el Turicentro, situado a 3 Km del pueblo. Nos han
pedido que consiguiésemos rápido un coche o una moto para ir al río a sacar a
un joven que estaba ahogado, perdido en una de las pocetas más profundas de la
zona turística del río.
Rápidamente hemos ido a la
alcaldía a comentar lo sucedido y a pedir algún carro de la comunidad para
llegar lo antes posible, pues quizás hubiese esperanza de que aún siguiese
vivo. Finalmente nos hemos ido en el carro de las hermanas. La hermana Tere
conducía y nosotros íbamos en la parte trasera acompañados de nuestro amigo
Juan, un buen nadador (raro en esta zona).
Lo primero que hemos visto al
llegar allí ha sido a un gran número de personas agarradas de las manos y
rezando. Ha sido entonces cuando nos hemos acercado a la orilla del río y nos
han dicho cuál era la zona en la que habían visto al chaval por última vez.
Entonces nos hemos quitado las camisetas y entre cuatro hemos empezado a buscar
sumergiéndonos una y mil veces por cada rincón de la poceta, desde las zonas
más hondas a las zonas en las que el agua cubría un poco menos. Cabe decir que
estos días ha estado lloviendo, por lo que no servía de nada abrir los ojos
bajo el agua, ya que estaba bien chuca (sucia), como dicen ellos.
Esta foto la tomamos hace unos días, cuando el agua estaba cristalina. |
Lo único que podíamos hacer era
agarrar aire, sumergirnos hasta tocar fondo con los pies, e intentar avanzar
por lo más hondo tratando de toparnos con el cuerpo. Os podemos asegurar que es
muy desagradable, irritante, pavoroso, no sabemos cómo definirlo, pensar que la
próxima sumergida que hagas puede ser la definitiva.
Después de un buen rato aún
seguíamos buscando por los alrededores, tratando de conocer las corrientes del
río e intentando adivinar dónde se podía encontrar. Ha sido entonces cuando
Sergio, con ayuda de una piedra para descender con más rapidez, se ha sumergido
de nuevo en la zona más pegada a la pared y ha salido con el joven. Lo ha
llevado a la orilla y entre cuatro lo hemos trasladado a una zona menos
pedregosa con sombra. En seguida ha llegado la doctora y le ha intentado tomar
el pulso, que por desgracia no encontraba... Y mientras mujeres y hombres
rezaban le ha tratado de reanimar pero no ha sido posible.
Quizás lo más difícil de esta
tarde haya sido cuando la abuela del joven se ha acercado llorando a nosotros y
nos ha dado las gracias por haberle devuelto el cuerpo de su nieto...
La sensación que hoy sentimos por
dentro no la podemos describir, pero hoy más que nunca estamos convencidos de
que enseñar a los niños de la escuela a nadar no es un pasatiempos, pues si
una, tan solo una de todas aquellas personas que estaban allí presentes hubiese
sabido nadar, quizás ahora no tendríamos que estar contando esto.
Esta entrada, con todo el respeto
del mundo, es un homenaje a la familia de este chico.
Descansa en Paz.
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