Caminatas, salidas, viajes, excursiones... Cada día son más los grupos a los que nos vamos uniendo y, por tanto, cada vez son más las propuestas de vaciles que nos hacen. Da igual que hablemos de mayores, pequeños, mujeres u hombres, pues con todos y cada uno de ellos nos sentimos bien a gusto y hacemos cantidad de planes. No vayáis a pensar que cada vez que salimos supone gastar dinero, ni muchísimo menos. Aquí vamos a mostraros las salidas que hemos hecho durante estos últimos meses y veréis que en la mayoría de esas propuestas no hemos gastado ni un centavo, pero, eso sí, ¡hemos, y estamos, disfrutado como nadie!
Pues lo dicho, desde mayo en adelante, aquí van las escapadas que rompen nuestra rutina diaria:
- La playa
Tenemos un grupete con el que hacemos salidas más, ¿cómo decirlo?, organizadas. De hecho, en la próxima entrada que hagamos vamos a contar la excursión que hicimos con ellos a Antigua Guatemala. Pero de eso hablaremos más adelante, ahora nos centramos en la costa.
Decidimos hacer este viaje porque nuestro colega Emilio cumplía años, así que alquilamos un microbús y nos fuimos en busca de sol y ricas olas. Por desgracia, no encontramos el sol ni la tranquilidad que esperábamos, sino que nos topamos con que la mar estaba alborotada y parecía que las olas poderosas y gigantes querían echarnos de su territorio, y vaya si lo hicieron. Al final tuvimos que buscar una especie de restaurante que está en lo alto de una montaña con vistas al mar.
- Entre Ríos
Esta vez nos fuimos con la familia Tobar a una especie de parque acuático. Nos invitaron a ir porque somos muy buenos de amigos de varios de los sujetos que componen dicha familia. Vamos, que nos llevamos bien con casi todos y eso hizo que disfrutásemos de un día en familia muy tranquilo.
- El Pital
La verdad es que podríamos haber dedicado una entrada únicamente para hablar de este fin de semana, pero vamos a tratar de resumirlo en pocas líneas.
Acompañados de Juan, Alfredo y Anthony (hijo de Alfredo), nos fuimos hasta El Pital, un pico montañoso de impresionantes laderas escarpadas. Con 2.730 metros de altitud es el cerro más alto de El Salvador y el tercero más alto de Honduras. Pues bien, estuvimos allí 3 días viviendo en casa de niña María Elena y su marido, una parejita de ancianos bien humildes que viven perdidos en mitad de la montaña. Os podemos asegurar que nos sentimos como en casa desde el minuto uno, y cada vez estamos más convencidos de que la gente que menos tiene es la que más te da...
En cuanto al cerro, os podemos decir que fue una gozada subir hasta arriba y vagar por las extensas áreas de bosque y vegetación tan densas. Todo esto acompañado de aventuras y muchas risas.
Aquí estamos atravesando la grieta de la foto anterior a través de un tronco. |
- El Alto
De nuevo con Juan y otro colega, nos fuimos a Guarjila y nos juntamos allí con unos tipos muy buena onda. Una vez allí organizamos en un momento una subida al Alto, un mirador desde el que se ven unos paisajes únicos. Pues bien, allí hicimos una pequeña fogata (permitido) y nos comimos una sopa de gallina que estaba para chuparse los dedos. Después de comer y platicar durante un rato, nos bajamos a Los Ranchos (un municipio cercano a las Flores) y terminamos el día bañándonos en unas piscinitas y tomándonos unas cervecitas bien fresquitas.
- Aprendiendo a ordeñar
En esta ocasión quedamos a las 5 de la mañana con Juancho y Edwin y nos fuimos en carro hasta Llano Verde (un cantón de Las Flores), que es donde Edwin tiene el ganado.
Cuando estábamos ya cerca del cantón, aparcamos el carro y nos hicimos una caminata entre cerros para llegar al lugar donde están las vacas. Una vez allí nos encontramos con su padre (que siempre suele ir en mula), y antes de empezar con la faena nos dimos una vuelta por los alrededores.
Pensábamos que ordeñar sería más difícil, sin embargo, en cuanto pillas la técnica le sacas un buen chorrillo a la ubre de la vaca. A modo de anécdota, deciros que después de exprimir a las vacas, nos tomamos unos vasos de leche recién salidos que nos sentaron de lujo.
- Pescando
A nivel personal, esto es lo que más me llega de todo lo que hacemos. Cada vez que nos invitan a pescar me falta tiempo para decir que si. ¿Por qué? Porque ir a pescar supone ir a un embalse, ubicado en San Antonio de la Cruz, que parece un lugar de cuento.
La primera vez que fuimos allí utilizamos la atarraya, que como ya dijimos en una entrada anterior, es una especie de red circular con plomos al final y que es lanzada por el pescador de tal forma que se abre en el aire y al caer quedan los peces atrapados bajo ella. Este tipo de red sirve para agarrar peces pequeños.
Las últimas veces hemos ido en gran grupo y hemos utilizado la manga (una red larguísima con plomos al final). Esta técnica de pesca consiste en rodear grandes montones de vegetación mientras vas avanzando en grupo hacia el borde del río, de manera que el pescado vaya quedando atrapado entre la malla y la orilla. Poco a poco los peces van chocando en la red y mientras tanto, los pescadores tienen que ir agarrándolos manualmente y metiéndolos en pequeñas cebaderas (una especie de bolso). Con esta técnica hemos agarrado peces bastantes grandes, y os podemos asegurar que no es tarea fácil.
Para trasladar la manga y demás trastos, utilizamos pequeñas barcas y nos movemos de un lugar a otro a lo largo del embalse, el cual está repleto de lechuga flotante y pájaros cantantes.
- Planes aleatorios
Pues eso, que a parte de estas salidas, normalmente surgen pequeños planecillos que nos alegran la vida, como por ejemplo: río Sumpul, comidas, caminatas a montañas cercanas, fiestas de los pueblos, jaripeos... y todo eso, como decimos, con gente completamente aleatoria.
Bueno, y para terminar con la entrada, comentar que nos quedan aquí poco más de dos meses y, si no fuese por la familia, no tenemos muchas ganas de volver... Ya veis que somos parte de la comunidad, hasta tal punto que a veces la gente pregunta por nosotros diciendo: "¡Hey! ¿Has visto a Sergio y Miguel de Las Flores?" jaja.
Salud pues!!
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