San José Las Flores, El Salvador.

San José Las Flores, El Salvador.

miércoles, 29 de abril de 2015

Escuela del cantón "Hacienda Vieja"

Esta mañana no hemos tenido clase porque los estudiantes están de exámenes así que hemos ido a visitar una escuela que se encuentra en un cantón muy cercano al nuestro. Hemos salido cerca de las 10 y a las 10.30 ya estábamos allí, pero vamos a ir paso por paso para que entendáis donde está ubicada.

Bueno, el cantón que os decimos se llama Hacienda Vieja y es bien pequeño. Como hemos ido andando, hemos podido disfrutar de un buen paisaje acompañado de un calor húmedo que caracteriza a El Salvador.







Después de media hora hemos llegado al cantón y preguntando hemos hallado el camino que conducía a la escuela. Después de andar un rato por fin hemos llegado y, desde el principio, hemos alucinado. Es una escuela que está ubicada en mitad de la montaña. Una escuela perdida en mitad de alguna parte que únicamente cuenta con 9 estudiantes guiados por una sola profesora...










Como no puede ser de otra manera, están todos juntos en la misma clase y es la profesora la que tiene que dar lo mejor de sí misma para poder atender a todos los niveles, ya que en la clase hay estudiantes de 4 y 5 años, de 1º de primaria, de 4º y de 6º.
Una vez que pasan a secundaria, tienen que cambiar de centro y agarrar un bus que les traiga desde su cantón hasta nuestro municipio para poder seguir estudiando.





El centro escolar cuenta con una cocina-bodega, en la cual cocinan las madres de los estudiantes para que sus hijos e hijas coman algo en mitad de la mañana (son las madres las que se organizan para ir una cada día).
Las reservas de comida llegan 3 veces al año, ya que en los centros escolares el gobierno ofrece un plan de alimentación para estudiantes. Pero únicamente llega arroz y frijoles, así que las madres llevan algo de vez en cuando para variar la dieta.

Por otro lado, hay baños tanto para niños como para niñas. Y por último, una habitación que se utiliza a modo de almacén.







Os preguntaréis por qué la escuela se encuentra ahí. Resulta que este colegio está ubicado en lo que hace años fue una pequeña aldea llena de vida, con casas, familias, iglesia... pero por los daños de la guerra, este edificio es la única estructura que aún se mantiene en pie.






Lo negativo que destacamos de la escuela es que se encuentra muy aislada, lo que puede ser un problema en caso de que algún día haya un imprevisto (de hecho, la profesora nos confesó que le da miedo estar allí a solas con los estudiantes cada día...). Además, la falta de recursos hace que no sea fácil ocuparse de todas las necesidades que los estudiantes, en ocasiones, demandan. Aunque por otro lado, como aspecto positivo, es alucinante ver que la escuela se encuentre en plena naturaleza y que, al ser tan poquitos, hagan multitud de actividades fuera del aula!!

Ah, y no hemos dicho que hemos estado jugando con los niños y hemos disfrutado igual o más que ellos! 







Cuando se acercaba la hora de volver a casa, sentimos que nos quedábamos con ganas de más... por lo que le hemos propuesto a Tulita, la maestra, ir cada vez que podamos a echarle una mano con la enseñanza. Le ha encantado la idea, y a nosotros, por supuesto, también! Así que tenemos que organizarnos con nuestra escuela para dejar una mañana libre y tener cada semana la oportunidad de enseñar y aprender en un entorno completamente diferente para nosotros.

Y entre tan bellas experiencias, alumnas que vuelven a casa con sus madres y un alumno que, acompañado por su hermana y subido en un caballo, agarra un sendero que le guiará por un cerro para llegar a su casa, situada en lo alto de una colina en la que viven 4 familias.






La educación es un derecho humano fundamental que desarrolla íntegramente a las personas y a las sociedades.
Hace más de sesenta años, las naciones de la tierra afirmaron en la Declaración Universal de Derechos Humanos que “toda persona tiene derecho a la educación", y este es un claro ejemplo. Un lugar precioso para educar el corazón, porque como dijo Aristóteles: "Educar la mente sin educar el corazón no es educación en absoluto".

Salud pues!!

martes, 21 de abril de 2015

La Montañona. Cuna de los guerrilleros.

Llegó el día de nuestra primera escapada de fin de semana con los “hombretones” del pueblo. Destino: La Montañona. Un lugar histórico para el país Salvadoreño ya que fue un lugar clave para la organización de la guerrilla durante los años de conflicto civil que tuvo lugar entre 1980 y 1992. Una guerra que terminó relativamente hace poco y que sigue muy presente en muchas partes del país, como es el caso de San José las Flores, donde todo aquel mayor de 24 o 25 años la vivió en sus propias carnes.


Hoy solo tocaremos algunas pinceladas de lo que fue el enfrentamiento  en esa zona. Relatos y vivencias de personas que combatieron y experimentaron algo tan desagradable como es una guerra civil.




Quedamos a las 6:30 de la mañana, pero entre “pitos y flautas” (hora salvadoreña, ir a comprar a la ciudad, organizarnos…) no comenzamos el viaje hasta eso de las 9 o 10, aunque viajar aquí no es aburrido. Algunos iban en moto y nosotros en un carro, una pickup donde sentados únicamente van el conductor y el copiloto, y en el cajón el resto de aventureros junto a las mochilas y demás bultos. Una gozada.





A eso de las 12:00, ya en la montañona, hicimos una pequeña parada en una casa perdida en medio de la montaña donde vendían comida y bebida, por lo que nos tomamos una cerveza bien helada (eso llaman a lo que sería una cerveza más o menos fría) en ese increíble lugar.




Al llegar a nuestro destino establecimos el campamento, que básicamente contaba con un par de tiendas de campaña, tres hamacas y unas lonas de plástico que usamos para formar un cobijo por si la lluvia intentaba estropearnos el plan. Todo ello alrededor de una hoguera que nos sirvió de cocina, área de platique, brasero...




No tardamos en organizarnos para comenzar a preparar la comida, pues el hambre apretaba. Nosotros, que fuimos a por leña, aprendimos a usar el corvo, que es una especie de machete, mientras otros encendían el fuego y los cocineros empezaban a cortar verduras.

Menú: Sopa de verduras con pollo. Resultado: ¡Riquísimo!






Después de reposar la comida, nos fuimos con "Pico" a andar por los alrededores y a conocer los tatús de la guerra, que son básicamente una especie de madriguera a gran escala.

Aquí es necesario que empecemos a hablaros de la guerra para que entendáis lo que supusieron estos escondites para los que huían y luchaban contra el ejército. Resulta que desde 1970, El Salvador vive un período de desestabilidad política y social, pero es entre 1980 y 1992 cuando El Salvador vivió una etapa de su vida que no había experimentado nunca. Una guerra civil prolongada y sangrienta que dejó como resultado miles de muertos, el estancamiento del desarrollo económico, la destrucción de una buena parte de su infraestructura y la migración de miles de salvadoreños que abandonaron el país. Fue durante estos años de conflicto armado cuando la población Salvadoreña tuvo que salir de sus hogares y empezar una huida, que duraría unos 8-10 años, entre cerros y montañas. Y gracias a la organización popular y guerrillera, mucha población civil pudo sobrevivir a los ataques.

Entre tantas artimañas encontramos los tatús, un tipo de cueva bajo tierra creada por los guerrilleros en época de conflicto que servía para refugiarse y esconderse del ejército enemigo. Cuentan con un orificio de entrada, por lo general bastante pequeño, por donde había que pasar agachado e incluso en algunos descender si éste se encontraba en vertical. Se usaban siempre que avistaban algún peligro y una vez que los civiles se encontraban dentro, se tapaba y se camuflaba de tal forma que era imposible verlo a simple vista o desde los aviones. Algunos de estos refugios, dependiendo del tamaño, contaban con una o varias salas y conductos que se comunicaban subterráneamente.

En estos agujeros la gente llegaba a pasar hasta 6-8 días dentro, escuchando a los militares en el exterior, disparos e incluso bombas cayendo desde los aviones del ejército. Muchos morían de hambre o sed ya que las reservas que podían tener dentro eran muy escasas, porque todo lo que conseguían dependía de que los guerrilleros saliesen a buscar algo que echarse a la boca y volvieran con vida para repartirlo a los demás.

No os podéis hacer una idea de lo que uno siente cuando se mete en estos escondrijos. Solo de imaginarnos que familias enteras huían por esos mismos cerros entre tatús y túneles subterráneos, hacía que se nos encogiese el alma.

Como anécdota, cuentan muchas personas que cuando los niños lloraban,  las madres les tapaban la boca con trapos para que no les descubriesen, algunos de ellos llegando a morir por asfixia...







En esos agujeros se podrían meter decenas de personas, por lo que la falta de oxígeno podría ser un problema para estar ahí durante bastante tiempo, de ahí que les hiciesen unos agujeros o respiraderos que comunicaban al exterior permitiendo así que se oxigenase la sala. 




En otro de estos tatús se estableció la Radio Farabundo Martí con su emisora "Radio Venceremos", que fue la voz oficial del FMLN (Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional), partido y radio que toman nombre por Agustín Farabundo Martí, uno de los grandes iconos salvadoreños que llegan a comparar con el Che Guevara. 




Además de los tatús, esta ruta nos dio la oportunidad de ver magníficos paisajes.








Y nuestros ya clásicos amigos los “animalicos” que nos vamos encontrando allá donde vamos.







Al llegar la noche empezó el “vacile” con todo el grupo. Asamos carne y nos tomamos algún que otro trago de ron alrededor de la hoguera hasta que decidimos irnos a dormir la mona.
Al día siguiente nos levantamos e hicimos otra ruta para ver un último tatú, el cual sirvió de “hospital” durante la guerra... En él se encontraban personas con alguna idea de medicina, heridos y enfermos de guerra. 





Sin lugar a dudas, un gran fin de semana acompañados de buena gente.




Salud pues!!